El corazón como por magia late, late tan profundo que da aliento a la mente para continuar su camino. La mente queda perpleja al contemplar la belleza que el corazón le muestra; y es que la mente muchas veces no logra ver lo que el corazón le dice. ¿Por qué será que a veces vivimos tan ocupados o ¨pre-ocupados¨ que no nos damos el tiempo para contemplar la belleza? A veces las cargas atormentan nuestra existencia y esto se debe a que la preocupación llega y se adhiere a nuestra vida y se pega con tal fuerza que es como si hubiéramos puesto pegamento de esos que no despegan, y nos bloquean nuestro amor a nosotros mismos y a la vida misma, y nuestra capacidad de ser grandes y de producir grandes cosas. En esos momentos un respiro es bueno y con él el hálito de esperanza de poder cambiar nuestros pensamientos y la forma de ver la vida.
Cuidado hay que tener de no dejarnos llevar por nuestros afanes y percepciones, pues las ideas son fuertes y una vez que pensamos en una, ésta se apodera de nuestra mente, y la mente se rinde ante la nueva idea que luego nos domina y no nos hace amar la vida.
Lo mejor es entonces encontrar una razón lógica y fuerte para amar la vida.
Responder