Voy trabajando en las letras dormidas,
en esas palabras que quedaron a medias.
Voy trabajando en esas frases muertas
que el día de hoy vuelven a tomar vida.
Entonces ellas se mueven y me susurran una tonada.
Entonces la voz suena, las palabras fluyen
y me gritan al oído: “¡Hay esperanza!”
Todo aquello que una vez creí perdido
ha vuelto como una sutil brisa a acariciarme el alma
Y hoy, al despertar las palabras,
despiertan los versos, despiertan las ganas.
La música despierta y junto con ella todos mis sentidos
y al sentir tu voz todo se congela,
y todo vuelve a ser una muy hermosa
-aunque siempre melancólica- esperanza.
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