Sé que he estado muy ausente
tratando de traer coherencia,
paz, armonía a la vida mía.
Sé que la ausencia se refleja
en la falta de palabras
que mi mente misma anticipa.
Al final de cuentas no es ausencia,
sino silencio necesario
para entender el hermoso lenguaje
de mi cuerpo, mi alma.
A veces no consigo las palabras,
están ahí como nubosidad vaga.
Algo anda rondando el ambiente,
pero me siento incapaz de tirar de mi mente
y adueñarme del sutil eco que
de inspiración divina emana.
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