No tengo más religión,
excepto aquella que me dicta el Padre
desde su más tierna esencia.
Excepto aquella que llega a mi mente
y se posa profundamente en mis venas.
No tengo más religión,
solo aquella que ven mis ojos
cuando observo tu belleza y creación
y que enaltece a mi corazón.
No tengo más religión,
solo aquella que llevo clavada en el pecho
y me advierte fuertemente de tu presencia.
No tengo más religión,
aunque sí siento la esencia de tu espíritu divino
que se posa en mi cabeza y me bendice con ternura.
Pero, insisto…
No tengo más religión,
solo aquella que proviene de tu amor
y que con su esplendorosa fuerza mi alma acepta
porque sabe que se trata de vos.
Hermosa expresión de gratitud.
Muchas gracias Remigio. Nos seguimos leyendo 😉