Todo fue una ilusión de mi parte, un afanoso, casi inevitable deseo de encontrar lo que aparecía en sueños, y me aferré a la idea esa de amarte, y te amé con todas mis fuerzas, con un creciente amor que no sabía que era capaz de experimentar, de sentir.
En esa ilusión, te hice parte mía, te abarqué todo, te dejé sin salida; y hoy me doy cuenta que mi amor ha crecida y la diferencia es abismal comparada con la del principito.
Hoy creo que te he cautivado y que te he apresado con tanto amor que sale de mi pecho, y tú me respondes de acuerdo a lo que yo espero, pero entonces ya no sé si lo que sientes es verdadero o si tan solo es el eco de mi anhelo.
Responder