Llegan momentos de desnudar el alma.
Momentos reflexivos en donde no queda nada,
solo un cuerpo vacío, una inmensa soledad que quema,
que contrae la más grande verdad y la deja en nada.
Llegan momentos en que ya nada es perfecto,
y el absurdo recuerdo hace presa de tu ser y lo deja en silencio.
Llegan momentos donde ya no sé qué pensar,
si lo que me ocurre es verdad o si todo es un vano deseo.
Aunque hay algo muy adentro que me grita:
“es tu gran verdad y lo comprobarás a su tiempo”
Entonces queda, tan solo un respiro sin aliento,
un momento vacío, un eterno momento.