Me entristece esta humanidad,
tan sola, tan triste, tan cruel y tan ingrata.
Me sorprende que nazcamos con tanto amor y sensibilidad
y al crecer surjan los vicios y poco a poco se apoderen de tu ser
la falta de amor y el apego desmedido por lo material.
¿Hasta cuándo seguiremos destilando odio, hablando mal del prójimo
y no haciendo nada por ayudar a los demás?
¿Hasta cuándo seremos presa del ego
que arrebata de golpe nuestro entendimiento
y nos deja tan frágiles, tan inertes?
Dios hable hoy y sus palabras lleguen directo a nuestros corazones;
Dios hable hoy y su palabra sea como fuego que quema nuestras impurezas,
nuestros malos deseos, nuestras bajezas, nuestros terribles ademanes.
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