Y te sigo amando,
aún en el eco del silencio
y en la absurda paz
que enloquece a mi alma.
Y en ese amar -no lo niego-
te sigo confundiendo
hasta con la sombra de aquello
que parece ser tu recuerdo.
Y así pasan, tan rápidos los años
haciendo a un lado la calma,
recobrando las ganas esas de ser uno
en la eternidad del tiempo.
Y así sigues siempre en sueños
tan vivo, tan presente
que ya mi pobre mente
no sabe qué pensar.
Te quiero o no te quiero
-¡Que carajos digo!- ¿Para qué miento?
Mi alma se estremece, y con ella vuelven los recuerdos,
esos recuerdos sublimes de amor eterno.